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Pasemos a la práctica ... by Ana Garmendia

 


 Lenin decía que la mejor manera de destruir el capitalismo era depreciar la moneda, pero John Maynard Keynes lo dijo más claramente: “Con un proceso inflacionario continuado los gobiernos pueden confiscar, secretamente y sin ser observados, una gran parte del patrimonio de sus ciudadanos”.

La Historia Económica demuestra que los tipos de interés no han sido nunca negativos en términos nominales desde que hay historia económica escrita. En el libre mercado (la “mano invisible” de Adam Smith) los tipos de interés no pueden ser negativos.

Se supone que el tipo de interés es el precio más importante de cualquier economía. Permite invertir y desarrollar la vida empresarial. Pero cuando los tipos se manipulan por los Bancos Centrales, en lugar de apoyar el verdadero equilibrio del mercado, el alcanzar ese punto se vuelve una imposibilidad. Teóricamente unos tipos negativos implican una transferencia de riqueza de los acreedores (inversores en Renta Fija, ahorradores, etc.) a los deudores. Cabe recordar que el primer acto del gobierno bolchevique fue, precisamente, la abolición de los préstamos y los pagos de intereses. Sin olvidar que la publicidad que llevó a los nazis al poder fue Brechung der Zinsknechtschaft (suprimir la esclavitud de los tipos de interés).

Ludwig von Mises ya explicó en “Las Consecuencias Económicas del Dinero Barato” que el tipo de interés es un resultado del mercado pero que si los datos se falsifican por la interferencia del gobierno los datos son engañosos. Abrumados por una aritmética fantasiosa los inversores se embarcan en proyectos inimaginables: “las masas son engañadas por las afirmaciones de los pseudo-expertos de que el dinero gratis puede hacerlos a todos prósperos sin ningún gasto”.

Pero pasemos de la Teoría a la práctica. Las maniobras de nuestro Banco Central se habrían percibido de forma distinta dependiendo de cómo se hubiese expresado el objetivo del BCE. La estabilidad de precios, alcanzar el famoso 2%, es una forma de expresarlo. Pero no hay nada de estable en un objetivo que, es la cruda realidad, reduce el poder adquisitivo de la moneda a largo plazo.

Ciertamente la guerra en Ucrania nos ha llevado al otro extremo, con una inflación que ha llegado al 10%, pero…

¿Bastaría con volver a un objetivo de inflación del 2%? Casi con total seguridad, no.

Una inflación del 4% sería buena para la gran mayoría de la gente, pero mala para los políticos del BCE. Y adivinen quién manipula las creencias generalizadas de que la inflación es mala…la famosa Oligarquía.

“Para la gran mayoría de gente, el proceso de arreglar la economía no tendría que ser doloroso ni implicar sacrificios” … (Paul Krugman)

 

Ana Garmendia

 


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