Ir al contenido principal

La inflación es mala para la oligarquía... by Ana Garmendia

 


 

La inflación parece mala para la economía. Que los precios suban de forma exponencial genera descontrol, que se lo digan a países que ven subir sus precios constantemente sin freno alguno, como Alemania a principios del siglo XX, o más recientemente en Argentina.

Sin embargo, una economía sin inflación también corre riesgos, y es que el riesgo de entrar en deflación es dramático, que se lo digan a Japón. Si los precios bajan de una forma continuada todo será más barato en el futuro, las deudas crecen en términos reales y la inversión se reduce (por qué vas a invertir hoy si mañana es más barato). Pasa en Japón desde los años 90, con un estancamiento del que no logran salir, e incluso se ha comprobado en la última década en occidente, con una bajada de tipos radical que no ha ayudado mucho a las economías

La deflación, en economía, es la bajada generalizada y prolongada (como mínimo, dos semestres según el FMI) del nivel de precios de bienes y servicio..., y si este fenómeno se prolonga en el tiempo puede arrastrar a la economía a una situación de verdadera pesadilla.

Afecta a las empresas dado que reduce beneficios y el exceso de oferta genera una mayor presión a la baja de los precios, obligando a reducir sus costos de producción, reducir salarios, despedir trabajadores y/o cerrar fábricas. Aumenta dramáticamente el desempleo y crea incertidumbre: la gente tiene miedo al Consumo y la Inversión = Es la temida contracción económica.

La oligarquía, en la ciencia política, es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social.

Krugman comenta el informe del FMI “Perspectivas de la economía mundial” en el que se trata de los problemas de la baja inflación (casi tan destructiva como la deflación…), advirtiendo del peligro de un estancamiento a la japonesa de la economía europea a causa de esa baja inflación. La guerra en Ucrania nos ha llevado al otro extremo, con una inflación que ha llegado al 10%, pero…

¿Bastaría con volver a un objetivo de inflación del 2%? Casi con total seguridad, no.

Una inflación del 4% sería buena para la gran mayoría de la gente, pero mala para los políticos del BCE. Y adivinen quién manipula las creencias generalizadas de que la inflación es mala…

Como dijo Galbraith: “El enemigo de la sabiduría convencional no son las ideas sino la marcha de los acontecimientos” … y la inflación baja.

 

Ana Garmendia

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué es la vida? ... by Ana Isabel Garmendia Goicoechea

  “¿Qué es la vida? ... Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.” (Pedro Calderón de la Barca) aplicable a Pedro Sanchez

A la mala ... by Ana Garmendia Goicoechea

  “A la mala costumbre de hablar de uno mismo y de los propios defectos hay que añadir, como formando bloque con ella, ese otro hábito de denunciar, en los caracteres de los demás, defectos análogos a los nuestros” (Marcel Proust)

A Lagarde ni le importa ... by Ana Garmendia

  El BCE optó por una decisión contundente, la mayor alza de tipos en sus poco más de 20 años de trayectoria, y puso el precio del dinero en el 4,5%...para intentar enfriar la inflación. El Banco Central Europeo (BCE) ha vuelto a cumplir con el guion previsto en su última reunión, y ha mantenido ese precio del dinero sin cambios. Se supone que han celebrado este encuentro pensando ya en un primer recorte, que llegará, presumiblemente, en verano… ante la drástica caída de crecimiento de la inflación (dentro de poco desinflación). Christine Lagarde, presidenta de la institución, ha señalado junio como la fecha clave para tomar una decisión sobre las bajadas, porque el BCE tendrá ¿más información en abril? en referencia a los precios, salarios y otros indicadores económicos. Si todavía hay algún indicador en positivo… Cabe preguntarse si la señora Lagarde ha estudiado Economía y si ha leído a Keynes, o estamos en manos de políticos, más preocupados por mantener el puesto y cobrar de